jueves, 15 de octubre de 2009

Mi confrontación con la docencia

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA

Hola a todos. Les deseo una hermosa tarde.

Como ya he comentado con anterioridad, yo soy Químico Farmacéutico Biólogo, estudié en la Universidad Autónoma Metropolitana, en la unidad de Xochimilco (y yo vivo en la zona de Aragón), el enfoque que se maneja en esta unidad, que por cierto se fundamentó en un modelo pedagógico argentino, guía la formación de los profesionales futuros hacia dos ejes fundamentales: la producción, es decir, la industria; y la investigación (no se contempla la rama de análisis clínicos), en esta área centré mi interés personal, así que busqué insertarme en este campo, fui becaria en el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, colaboré en el Instituto de Cancerología y en el Cinvestav, donde inicié la maestría en Farmacología que no pude concluir, lamentablemente para mí no fui contratada aunque esperé un tiempo importante, ya sabemos que el presupuesto para investigadores y anexas está muy limitado.

Pero al mismo tiempo que inicié el estudio de la maestría, comencé a buscar la oportunidad de dar clases; fui aceptada en el Colegio de Bachilleres para impartir la materia de Química, pero al siguiente semestre me llamaron de una escuela de nueva creación para el Estado de México, el CECYTEM, cuando trabajaba ahí me llamaron de UNITEC casi al mismo tiempo que de la Preparatoria oficial de Nezahualcóyotl, escuela donde laboro desde entonces, las demás tuve que ir dejándolas conforme cambiaba de escuela.

Muchos investigadores también dan clases, así que para mí la docencia siempre estuvo a medio camino; sin embargo, el insertarme al cien por ciento cambió radicalmente mi perspectiva. De tener el concepto de la docencia como complemento a una práctica profesional, pasé a ver la urgencia de comunicar un cambio en la perspectiva de la Ciencia, acceder al conocimiento no tiene como objetivo único obtener un documento, sino adquirir las herramientas que nos hagan enfrentarnos al mundo. En especial durante la conformación de esta nación, aún tenemos una pobre concepción de lo que es el desarrollo económico, creemos que al obtener un empleo resolveremos nuestra vida, pero tenemos el compromiso actual de generar nuestras fuentes de ingreso y desarrollo, si no lo logramos a través del desarrollo de la ciencia y la tecnología deberá preocuparnos el producto que tendremos que vender.

La confrontación sin duda existió, pero a mí me parece peculiar que esta confrontación es más bien social, la sociedad en su conjunto es la que censura y critica que un egresado de universidades se “conforme” con dar clases; en varias ocasiones escuché la justificación de los otros como: “ni modo, de algo hay que trabajar” o “y algunos hasta de taxistas andan”; las perspectivas sobre el desarrollo son tan particulares que nunca se debería dar por sentado que se coarta el crecimiento del ser humano cuando la vida lo premia con exploraciones en otros caminos.

Estos catorce años dentro de la docencia, me han llevado al momento de conocer la palabras de Savater y comprenderlas en su integridad: “Quienes asumen que los maestros son algo así como <> deberían concluir entonces que la sociedad democrática en que vivimos es también un fracaso” (En el Valor de educar: 9).

Día a día cobra relevancia el reto de ir contra la corriente, la sociedad promueve valores de rapidez, facilidad y trivialidad; son estos valores en los cuales nuestros alumnos nadan, se sumergen y con mayor frecuencia naufragan. Cansado, hartante, fastidioso en ocasiones pero la única respuesta lógica es continuar, y afortunadamente los mismos adolescentes son quienes nos proveen el alimento para continuar en contra de la corriente y “aferrarnos” a ser profesores.

Ser docente, aunque pocos lo saben implica una elevada carga de responsabilidades, no sólo nuestra preparación está en juego, y es cuestionada a cada momento; nuestra personalidad está expuesta a las críticas de todo tipo y se hace necesario mantener un prestigio moral.

Toda satisfacción deriva del contacto constante con los estudiantes, pues a pesar de encontrar muchos obstáculos, como seres humanos que son y por la etapa de adolescentes que viven, son un material más maleable y de ellos fluye la necesidad del aprendizaje; pero casi toda fuente de insatisfacción la reconozco proveniente de las cuestiones administrativas, desde suspensiones de clase, interrupciones constantes a ella, carencia de recursos, malas instalaciones hasta las distracciones para cumplir con documentaciones, éstas en cada cambio, ajuste o reforma son más abundantes y contrario a reconocer y reforzar la tarea del profesor la disturban.

3 comentarios:

  1. Un placer leer tan lúcidas palabras.

    En el poco tiempo que llevo de estudiar Pedagogía, he notado que a Durkheim se le tiene muy desvalorizado, y se le ve como "un mal necesario". Él propone (Sociedad y Educación cap. I) a un maestro que cumpla tres requisitos básicos para ser tal:
    a) Ser representante de la sociedad.
    b) Dar a los educandos el conocimiento para el que fue contratado.
    c) Ser ejemplo moral a los alumnos.

    Es cierto... es mucho pedir para un ser humano que cumpla con ello, pero nadie dijo que ser Maestro (con M mayúscula), fuese fácil. La desvalorización, o hipervalorización del docente (con d chiquita) responde al mismo prejuicio fundamental de la educación como fracaso (tanto para alumno, como para maestro)... baste escuchar las declaraciones del lamentable Secretario de Educación "La vocación magisterial es quizá la más cercana a la vocación religiosa”.

    Es terrible que en pleno S. XXI así se piense, y sobre terrible... falso, muchos maestros, ni de eso servirían. Me resisto a creer al maestro como una boca con piernas que sólo sirve para dar el mensaje que le viene de arriba, a los que él tiene abajo.

    Es cierto, se "debe" responder a las necesidades que la Sociedad demanda, pero antes, debemos conocerla, y no conformarnos con una visión, que, como toda visión ajena, puede ser falsa.

    Y lo antedicho... complejiza la labor docente, pero nadie (salvo el ignorante) diría que ser Maestro es fácil.

    Hasta que eso no se vea, veremos con lamento cómo al terminar la clase, al sonar la "chicharra" de primaria, los alumnos salen, escapan, tan contentos e impotentes, como sus maestros.

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  2. Asumir la docencia como praxis social, implica al mismo tiempo abanderar una pedagogía insurgente. L a emancipación docente, como proceso descolonizador, no solo lleva a cuestionar el status quo, sino a militar en procesos concretos para luchar por transformarlos. Bien lo dijo Frire, no solo hay que estar en el mundo, sino hay que estar en el mundo.
    Saludos

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